viernes, 27 de diciembre de 2019

Diario de una lucha: Un mes de radioterapia





Después de un mes de descanso desde la última sesión de quimio hoy empiezan las sesiones de radioterapia. Está muy nerviosa.
"Cada vez que empiezo con algo nuevo me pongo nerviosa" me dice mientras vamos en el coche hacia Valencia.
Parece que la radio no es tan invasiva, de hecho ya le ha empezado a crecer el pelo de nuevo y parece que durante las sesiones seguirá creciendo. Nos explican que en el peor de los casos pueden aparecer quemaduras en la zona irradiada pero que solo se da en una de cada diez pacientes.
Estás entre las otras nueve, estoy segura.

martes, 27 de noviembre de 2018

Diario de una lucha: Pañuelos de colores



Ella ha decidido.
Ante la realidad inminente de que perderá el cabello con el tratamiento, hemos visitado varias peluquerías y me ha impactado cómo algunos profesionales ya están tan preparados para afrontar situaciones como esas.
En cuanto entras al local y cuentas lo que quieres, les cambia el semblante, es una cara entre compasión y aprensión. Te invitan a una zona más íntima con espejos y bustos de plástico de gesto inerte que llevan colocadas diferentes tipos de pelucas. Las hay de pelo largo, melenas cortas, medias melenas, morenas, rubias, lisas, rizadas. Los peluqueros te aconsejan con mas o menos profesionalidad y con mas o menos delicadeza, se nota los que ya  llevan tiempo en esto porque no se les percibe tan afectados, han perdido la capacidad de empatizar.
Ella se ha probado varias pero a todas les encuentra pegas. Unas no tienen movimiento, otras brillan en exceso y pierden su aspecto ''natural", lo tiene claro, se va a poner pañuelos.
Cris, su preparadora física, que aprovecho para decir que la está ayudando muchísimo, ha pasado por lo mismo que ella y le esta enseñando distintas técnicas para colocarse el.pañuelo bien y rápido. Ella ha cogido destreza a la primera y lo lleva dignamente aunque admito que a mí me hubiera gustado que llevara peluca.
No es solo una cuestión de estética de cara a los demás o para llevar en el anonimato su enfermedad, no, es algo personal. Mírarte al espejo por las mañanas y lograr encontrar tu cara ojerosa, sin bello de ningún tipo y con una cabeza de anciano de 90 años no ayuda nada en absoluto a afrontar el día, estoy segura, pero ella es muy cabezota, cree que se nota cuando alguien lleva peluca y yo me pregunto ¿Y cuál es el problema de que se note? No he conseguido convencerla, no hay manera.
Ya tiene pañuelos de todos los colores y formas y  cómo es un bellezón de ojos azulísimos hasta le sientan bien, ahora está pensando en tatuarse las cejas.
Mundo desconocido el de la estética oncológíca y, la verdad, asi hubiera preferido yo que siguiera siendo, desconocido.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Diario de una lucha: La quimio.


Si estas leyendo esto te acabas de convertir en mi cómplice. Este blog me va a servir de sumidero de tristeza, rabia, dudas y miedos y también de desahogo y por eso no voy a compartir estas entradas en ninguna red social, a eso me refiero cuando escribo que 'eres mi cómplice', estás leyendo un diario al que, de algún modo, su dueña ha "olvidado" guardar bajo llave pero lo conserva en un cajón, no lo ha dejado en el banco de un parque. 
Hace mucho que quería empezar este diario pero no encontraba el momento. Es posible que algún día recapitule y me sienta con ganas de revivirlo todo desde el minuto uno pero por el momento no, no lo voy a hacer. 
La cuestión es que a mi y a los míos la vida nos ha dado una buena bofetada y yo, aún estoy girando debido al impacto.
Hoy la acompaño a la 7ª sesión de quimio. Está enfadada porque los niños no la dejan dormir, quieren compartir cama con papá y mamá y una cama de 1.50 no da para tanta gente. Ella ha advertido al ATS mientras le ponía los goteros de que estaba "de mala hostia" y él a bromeado diciendo "Uf, entonces hoy me he equivocado de paciente", hemos reído.
Tiene sueño y ha reclinado el sofá relax para dormir un poco, he aprovechado para bajar a desayunar.
Llueve en Valencia, el olor del asfalto mojado después de la canícula lo impregna todo. 
En el bar, frente al edificio, comparten barra profesionales del hospital, acompañantes de enfermos y algún que otro paciente que se escapa en bata. El camarero es un tipo simpático aunque está excesivamente eufórico o al menos me lo parece (reconozco que es posible que influya mi estado de ánimo en la percepción que tengo de él). 
De vuelta, la sala está más concurrida, llena de hombres y mujeres de todas las edades enganchados a la vida en forma de bolsas de varios tamaños con líquidos de distintos colores . Solos, acompañados, leyendo o dormitando, algunos miran resignados de reojo esas bolsas confiando en que contengan el alivio de su mal, la curación de su cáncer. A veces, las máquinas emiten unos soniditos muy peculiares, son avisos a los que los técnicos acuden rápido y siempre con una sonrisa. Entonces pienso en lo vocacional de la profesión.
Tras la sesión hemos ido a ver a la psicooncóloga. Mientras espera su turno me dice :"Yo estoy bien"  pero la verdad es que ha estado un buen rato. La psicóloga le ha dado unas pautas para tratar el tema con sus hijos, especialmente con el mayor de 3 años que ya se da cuenta de todo. También le ha preguntado cómo estamos los demás y no he podido evitar emocionarme cuando me lo ha contado pero ella no se ha dado cuenta ¿qué cómo estamos? estamos en estado de shock, es cómo una pesadilla de la que no puedes despertar y en la que incluso te habitúas a vivir. Aguantamos el tipo porque ella nos da la fuerza ¿no es una paradoja?
Después hemos ido de compras, se ha comprado un vestido, ha ganado peso por el tratamiento pero no le importa, tiene confianza en que volverá a ser la que era. El próximo miércoles vamos a por la 8ª, temo que llegue esa sesión que la deje más tocada, no se qué haré si eso pasa.

martes, 10 de abril de 2018

No, no quiero ser como Beckham.







Metrosexual: Hombre urbano (homosexual, bisexual o heterosexual) cuyos intereses recaen en el consumo y el cuidado personal. Se describe a David Beckham como un estandarte de la metrosexualidad.

Mi novia está muy pesada con el tema y he tenido que buscar en la Wikipedia para saber qué narices era eso. Ella insiste en que los hombres de ahora no son como lo de antes, dice que los hombres de ahora se cuidan más, se ponen cremas de día, cremas reparadoras de noche, van al gimnasio...¿al gimnasio? ¿pero tú me has visto a mí cara de tener ganas de sufrir sin motivo?

Confieso que una vez lo intenté. Recuerdo que me preparé la bolsa como si fuera un adolescente en su primera excursión sin padres: Gel, champú, peine, gomina, toalla, chanclas, crema pre-agujetas, crema post-agujetas, casi no podía cerrar aquel macuto. Al llegar a la recepción del “Gimnasio Gervasio Sports Club” (que digo yo que con un nombre más corto no hubiera pasado nada) una señorita muy amable me dio todas las explicaciones pertinentes para “disfrutar” de las instalaciones (¿Disfrutar? ¿Ha dicho “disfrutar”?).

Me agencié un pase para usar todos y cada uno de aquellos aparatos del demonio y una llavecita de taquilla. Entré en el vestuario como si entrara a un universo paralelo, aquello no eran humanos eran extraterrestres, era imposible que perteneciéramos a la misma especie. Me observaban, me miraban de reojo y yo a ellos, claro. Como pude, me coloqué el flamante equipo de fitness que me había regalado la parienta (digo “cómo pude” porque por algún motivo era dos tallas menos de la que uso) y después de dejar mis cosas en la taquilla, salí a inspeccionar. Había máquinas para todos los gustos pero lo cierto es que yo no tenía ni idea de para qué servía la mayoría de ellas, excepto una, una de ellas sí me era muy familiar, la bicicleta estática y me era familiar porque en casa de mis padres siempre había habido una que, por cierto, acabó de perchero para plantas colgantes en el jardín de la casa, la verdad es que el efecto quedaba un poco “marciano” pero original era un rato.

Se me debió notar que estaba muy perdido porque de pronto un chavalote de 1.90 con músculos marcados en lugares del cuerpo que yo no sabía que existían, se acercó hasta dónde yo estaba y me preguntó si necesitaba ayuda. Tenía dos opciones; dármelas de sobrado y decir que sólo estaba echando un ojo o decir la verdad, que era la primera vez que pisaba un gimnasio, bueno, un "gym" que es lo mismo pero en inglés.

Al principio hize lo que pude para conservar la dignidad pero pasadas unas cuantas “series” (como ellos las llaman) y varios aparatos empecé a perder la compostura y a parecer Sylvester Stallone en el último combate de “Rocky”, una piltrafa humana.

Lo intenté, prometo que lo intenté pero salí de allí como si me hubiera atropellado un tren de mercancías cargado de troncos de olivera centenaria, me dolía hasta el pensamiento y además estaba la humillación de reconocer delante de aquellos cuerpos musculados y perfectos que yo era un gordito feliz y que eso del gym no estaba hecho para mí.

Lo peor fue decirle a mi novia que no iba a volver después de haber pagado la cuota anual, casi me mata y creo que no lo hizo porque al ver mi aspecto tan deteriorado se apiadó de mi. Para tranquilizarla le dije que lo intentaría en casa y claro, para Reyes me compró unas mancuernas. Una mañana me cayó una en el dedo meñique y lo tuve escayolado 20 días. Todo eran señales, yo no habia nacido para la gimnasia.

Con el tiempo ella dejó de insistir en el tema pero ahora empieza a contraatacar con otro, la depilación.


¿Quéee? No, no, y no, eso sí que no. Por ahí no estoy dispuesto a pasar, tengo hermanas, sé lo que se sufre, las he visto en el baño ponerse ese pringue pegajoso y caliente sobre el vello y después estirar y gritar como si te arrancaran la piel a tiras.

Mira cariño, si ser metrosexual supone someterse a una tortura, si ser metrosexual supone no comerme un "blanc i negre" y una cervecita fresca para almorzar, si ser metrosexual supone ser como David Beckham, no, no quiero ser como David Beckham y siento decirtelo así cariño, te quiero pero reconoce que tú tampoco eres una Spice Girl.


viernes, 12 de enero de 2018

Mi infancia es un patio y un limonero






Tardes de sol, hoy no hay colegio. Las chicas charlan, cosen, rien, cosen. El traqueteo de una Singer, el canto de un jilguero enjaulado. El aroma de un limonero en flor.
erguido en un patio interior. Agujas de cabeza, agujas de enhebrar, hilos de colores. Elena Francis dice; "Querida amiga..."


jueves, 30 de marzo de 2017

ELLAS






ELLAS
                        Elles
Them
              Ils
Sie
         Ele
                  Hulle
             أنها جميلة
они

ELLAS, personas, mujeres, plurales.
Porque soy yo,
para ser ella.
Porque somos nosotras,
para ser ellas.
Porque si ellas callan,
hablaremos.
Porque si ellas sufren,
consolaremos.
Pero, ¿si ellas ríen?
Si ellas ríen, reiremos juntas.
Y entonces todas nuestras risas...
sacudirán los cimientos de la tierra.


lunes, 2 de enero de 2017


Sopa de letras (Sopa de lletres) es una pequeña historia que he escrito a petición de la Falla Plaça El.liptica de Gandia para su Llibret de 2017. La temática: Primer plato...Espero que te guste.



Sopa de letras

Ese olor a domingo.
Mmmm...nabo, chirivia, carlota, garbanzos¿blanquet? si, parece blanquet.
Garreta, gallina, tuétanos, pollo.
Pencas, que no se le olviden las pencas, nunca sin pencas. No hace falta tener el olfato de un perro de caza para saber que...¡Hoy comemos puchero!
Si, hoy hace puchero la iaia y hoy viene mi amor a comer aunque él aún no sabe que lo es.
¿Arroz, fideos? no, sopa de letras.
Siempre nos sientan juntos, tenemos la misma edad y creen que tenemos cosas que decirnos pero nunca hablamos, solo nos miramos y acto seguido volvemos la cabeza en sentidos contrarios, siempre en sentidos contrarios.
Todos a la mesa. Un desfile de platos humeantes hacen su aparición en el comedor ¡aahh ese aroma! Los dejan caer suavemente sobre el mantel blanco, impoluto y recién planchado que, a pesar de los años, conserva ese aspecto de ser “recién comprado” como diría la iaia.
Él le da vueltas a la sopa, ensimismado, absorto en esa espiral hipnótica que se crea en el centro del plato pero a veces me mira de reojo, lo sé porque yo no dejo de mirarlo a él. Lo tiene que saber, he de encontrar la manera de que por fin lo sepa. Yo voy jugando con las letras que se asoman en los bordes del plato y de pronto...¡ ya está!
Busco y rebusco, mi abuela me regaña; “¡con la comida no se juega!”. No la escucho, estoy ansiosa por encontrar una “T”, una “Q”, me falta una “O”. Ya las tengo, ahora hay que ordenarlas de forma que él pueda leerlas, “T E”, sigo ordenándolas pero con la cuchara no es fácil y ¡ay de mi si se me ocurre meter un dedo ahí!: “ TE Q U I E R O”...¡ya está!
Doy un pequeño golpe en la mesa para llamar su atención, me mira, yo bajo la mirada hacía el plato, él también y de pronto levanta la cabeza y abre los ojos como si hubiera visto al demonio. Mira a su alrededor y comprueba que nadie lo ha leído. Está colorado como el tomate de la ensalada. De pronto empieza a rebuscar en su plato, es un poco torpe, lo reconozco, pero por fin escribe algo: “Y YO A TÍ”.
Esta vez nos miramos pero ahora sin esquivarnos, sonreímos y de pronto alguien nos saca del nirvana en el que estamos sumidos : “Chicos, comeos la sopa que se enfría”.
Empezamos a comer todas aquellas palabras que nunca nos habíamos dicho hasta entonces.
La sopa estaba fría si pero ¿sabes?... la sopa fría no está tan mala.

Sopa de lletres
Eixa olor de diumenge. Mmmm... nap, xirivia, carlota, cigrons... blanquet? Sí, pareix blanquet. Garreta, gallina, molls, pollastre.
Penques, que no se li obliden les penques, mai sense penques. No cal tindre l'olfacte d'un gos de caça per a saber que... hui dinem putxero!
Sí, hui fa putxero la iaia i hui ve el meu amor a dinar, tot i que ell encara no sap que ho és.
Arròs, fideus? No, sopa de lletres. Sempre seiem junts, tenim la mateixa edat, “l'edat de la poca-solta”, com ells li diuen (no entenc eixa frase i a més aconseguix cabrejar-me molt). Creuen que tenim coses a dir-nos però mai parlem, només ens mirem i tot seguit tornem el cap en sentit contrari, sempre en sentit contrari.
Tots a taula. Una desfilada de plats fumejants fan la seua aparició en el menjador. Aahh, eixa aroma! Els deixen caure suaument sobre les estovalles blanques i acabades de planxar que, a pesar dels anys, conserven eixe aspecte de ser “acabades de comprar” com diria la iaia.
Ell li dóna voltes a la sopa, abstret en eixa espiral hipnòtica que es crea en el centre del plat, però a vegades em mira de reüll, ho sé perquè jo no deixe de mirar-ho a ell. Ho ha de saber, he de trobar la manera que per fi ho sàpia. Jo vaig jugant amb les lletres que aguaiten en les vores del plat i de sobte, ho tinc... ara o mai!
Busque i rebusque, la meua iaia em marmola: “Amb el menjar no es juga!”. No l'escolte, estic ansiosa per trobar una “E” una “T”, em falta una “V”. Ja les tinc, ara cal ordenar-les de manera que ell puga llegir-les, “ET”, seguisc ordenant-les, però amb la cullera no és fàcil i... ai de mi si se m'acudix ficar un dit ací!: “ET VULL”... ja està!
Done un xicotet colp en la taula per a cridar la seua atenció, em mira, jo abaixe la mirada al plat, ell també, i de sobte alça el cap i obri els ulls com si haguera vist al dimoni. Mira al seu voltant i comprova que ningú no ho ha llegit. Està roig com la tomaca de l'ensalada. De sobte comença a rebuscar en el seu plat, és un poc desmanotat, ho reconec, però per fi escriu quelcom. Llig: “I JO A TU”.
Aquesta vegada ens mirem però ara sense esquivar-nos, somriem i de sobte algú ens trau del nirvana en què estem sumits : “Xicons, mengeu-vos la sopa, que es gela”. Comencem a menjar-nos totes aquelles paraules que mai ens havíem dit fins llavors. La sopa estava freda, sí, però hui he descobert quelcom, la sopa freda... no està tan roïna.